A estas alturas, parece evidente que el teléfono móvil es el futuro de la radio. Pase lo que pase, habrá que diseñar los programas asumiendo esta circunstancia, que no es menor. Hace 25 años la mayoría de los españoles escuchaban la radio desde dispositivos en los que no se podía hacer otra cosa que escuchar la radio. Eso generaba un tipo de oyente predispuesto, con mayor nivel de concentración y que difícilmente cambiaba de emisora. Pero el oyente de hoy y, sobre todo, el de mañana, escucha la radio desde un potente dispositivo gracias al cual también puede hacer una foto, buscar una receta, comunicarse con sus amigos y, especialmente, utilizar la voz para responder a cualquier cuestión que se le presente.
El problema es que las cadenas de radio generalista están usando las mismas tácticas que otros medios periodísticos y que, en resumen, pasan por hacer que el usuario pinche en el enlace enviado a los dispositivos. Da la impresión de que lo único importante es ese click y no el contenido ofrecido. En el caso de la radio generalista, podrían usarse esas notificaciones para ofrecer a los oyentes contenidos relevantes emitidos por la emisora, para alertar de que un podcast ya está disponible o, sencillamente, para informar de una noticia. Sin embargo, el clikbait ha llegado a la radio y, con cada vez mayor frecuencia, los mensajes notificados no son más que cebos para esconder contenidos irrelevantes que, además, nada tienen que ver con el lenguaje sonoro propio de la radio.
Hace tres años ya de un fantástico artículo de Luis Miguel Pedrero y Susana Herrero Damas en el que alertaban sobre «algunas prácticas (notificaciones de cuestionable relevancia, falta de continuidad en la construcción de los mensajes, errores por la precipitación en la difusión o por no conducir hacia el enlace esperado…) que se deben perfilar para una mayor eficiencia de esta utilidad». Pasado el tiempo, muchas de esas prácticas se han ido acentuando.
Un ejemplo reciente: La cadena Onda Cero no informa estas semanas en sus notificaciones de las alineaciones de la selección española de fútbol, sino que manda mensajes del tipo: «Ya se conoce el 11 de Luis Enrique». El objetivo es pinchar y darle a la web o a la aplicación de la emisora un usuario único. Nada de radio, nada de periodismo. Como apuntó recientemente Oscar Westlund, «los dispositivos móviles están inexorablemente conectados al desarrollo del big data, medios sociales y fake news. Es necesario desarrollar un mejor conocimiento transcultural y transversal del nexo entre dispositivos móviles y periodismo».
Las notificaciones pueden ayudar a las empresas de radio a difundir sus contenidos. Bien utilizadas, pueden incluso ser la puerta por la que entren nuevas bolsas de oyentes que, de otro modo, no acabarían en medios tradicionales. Sin embargo, la hipernotificación del ciudadano medio, a la que contribuyen cada vez más los responsables web de las cadenas de radio, pueden acelerar el proceso de distanciamiento del consumidor. Además, se produce un socavamiento de la credibilidad de la emisora e, indirectamente, de sus comunicadores. Periodistas que, en muchas ocasiones, ni siquiera conocen los métodos por los que se transmiten sus mensajes en los dispositivos móviles, ya que se trata de contenidos elaborados en redacciones paralelas donde pesa más la lógica del algoritmo que la de la noticia.