El nuevo Hoy por hoy se parece más al formato de Gabilondo que al que protagonizaron los dos últimos inquilinos del prime time de Prisa
La nueva temporada ha arrancado con cambios notables en la parrilla de la Cadena SER. Más allá de cuestiones ideológicas, parece evidente que el nuevo ritmo que Angels Barceló le está dando a Hoy por hoy, el programa estrella de la emisora, engarza como un guante en el estilo que defendió durante lustros el gran Iñaki Gabilondo.
Carles Francino y Pepa Bueno, especialmente esta última, se esforzaron por mantener, al menos en lo formal, un tono medido, televisivo y anglosajón. Convirtieron el programa en un espacio previsible, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. No había espacio para grandes sorpresas. Solo la marca SER y las dinámicas lentas de la radio consiguieron matizar las caídas de audiencia y, aquí el retroceso fue más significativo, la influencia social del programa.
Pero la SER acertó al colocar a Francino en la tarde y acierta ahora con el traslado de Pepa Bueno a la franja nocturna. Al margen del juego de tronos que se haya disputado en los despachos, lo cierto es que los dos periodistas encajan en los espacios que ahora ocupan.
«Barceló está asumiendo un rol diferente al de sus predecesores. Se nota en su voz un ademán de liderazgo, de ganas de batallar»
Fueron muchos en nuestro mundillo que pensaron que Angels Barceló convertiría Hoy por hoy en un espacio de lucimiento personal, en un formato de autor en análoga competencia con la apuesta de Herrera en Cope. Pero se equivocaban. La SER no funciona así. Nada por encima de las siglas, todo al servicio de ellas. Iñaki Gabilondo fue una estrella, pero ni siquiera él pudo lucir más que el amarillo corporativo desde el que emitía. Es la SER la que informa, la SER la que adelanta, la SER por encima de todo y de todos. Esa es la clave del éxito de la cadena.
Sin embargo, Barceló sí que está asumiendo un rol diferente al de sus dos predecesores. Se nota en su voz un ademán de liderazgo, de poso, de ganas de batallar. El programa sigue siendo el más coral -RNE aparte- de los que se hacen en las mañanas radiofónicas, pero es indiscutible la personalidad que destila su nueva conductora.
Mención aparte merece la cuestión ideológica. Sobre esto, solo dos frases. El programa está haciendo el mismo viaje que El País: cada vez más pegado al PSOE de toda la vida, a la sombra del árbol que siempre lo abrigó, lo cual, estratégicamente, tiene bastante sentido.