No recuerdo si hacía frio o calor, ni si era lunes o martes o miércoles o jueves o viernes; tampoco sé si era por la mañana o por la tarde. La Universidad era entonces, octubre de 2001, sensiblemente más pequeña. Aún así, a mi se me hizo eterno el paseo entre el módulo 3 de los adosados donde estudiaba Periodismo y la segunda planta del Edifiio E donde estaba el despacho de Humberto. Al fin llegué y, con el dedo temblando, encontré mi nombre en la lista que había pegado en el cristal bajo el encabezamiento “Admitidos en Mirada XXI”.
Pasé casi cuatro años en la redacción de un periódico que entonces era de papel y salía cada tres meses pero que, como ahora, tenía unos principios muy claros.
Ser universales y para ello ser, necesariamente, individuales. Es decir, pelear por nuestra identidad como ciudadanos libres frente al grosero vendaval de datos, cables y respuestas absurdamente técnicas que nos encontramos en nuestro ir y venir por la vida; que duele, claro, porque tratan de inocularnos las prisas a través de Gran Hermano y de Youtube.
¿Qué por qué duele?, se pregunta el cínico desde su altavoz: duele la resistencia, que es como la guerra santa frente al infiel, duele decir no al reloj acelerado, duele que te miren de arriba abajo y te llamen raro, en el mejor de los casos, hijoputa, en el peor.
Ser libres y buscar la verdad, sin renunciar a nuestro compromiso con una concepción concreta del hombre, como fin en si mismo; pero un hombre al servicio de la sociedad.
Ser joven, pues en el germen de las cosas está su esencia más pura. Ser joven de espíritu para aprender de quien nos antecedió, para no perder nunca la esperanza, para pelear con cien palabras por banda por aquellas causas justas que merecen la pena ser defendidas: la verdad (siempre), la justicia, la libertad, la dignidad del hombre.
Aprender, siempre, a contar buenas historias y a hacerlo con pasión.
Noviembre. 2015. Redacción de Mirada 21. La vida a veces tiene estas cosas que no sabes si echarte a reír o acabar arrodillado ante la providente contingencia. De nuevo en Mirada 21, con alguna responsabilidad de más, pero con los principios intactos.
Sigamos adelante, con paso firme, en busca de la verdad y derribando gigantes entre los molinos de Twitter: clavemos bien fuerte la bandera de la esperanza en medio de este siglo de cambios. Y dediquemos a la realidad los caracteres que se merezca
Publicado en http://www.mirada21.es