Descubriendo al ‘Homo Audiens’

Si en 1997 Giovanni Sartori describió al ‘Homo Videns’, los nuevos tiempos del audio, que ofrecen contenidos de calidad a consumidores sin tiempo que desean hacer compatible la escucha con otra actividad, van configurando un ‘homo audiens’. Habrá que definir sus características pero ya es evidente que la audificación de nuestro tiempo es inevitable. Las causas, como siempre, son complejas y tienen que ver con la sociedad del rendimiento y el rol multitasking del ciudadano.

A vueltas con la guerra del audio, apuntaba recientemente Jován Pulgarín en un reportaje publicado en The Objective que la batalla que disputan Clubhouse, Twitter, Facebook y diversas aplicaciones tiene que ver con la necesidad de capitalizar el tiempo. «Algo que a nadie le sobra», apuntaba Pulgarín en una interesantísima reflexión sobre las razones del éxito del podcast, «la nueva gallina de los huevos de oro».

Parece que, de todas las posibles razones ninguna tiene tanto peso como lo que señala Gareth Hickey: los editores de calidad están cambiando sus modelos de negocio y ya dan más importante a la interacción que a los clics. Tirando de este sugerente hilo podríamos colegir algo así como que los nuevos formatos de audio son la respuesta de la audiencia a la creciente demanda de contenidos de calidad pero que, a la vez, puedan ser consumidos en el ruidoso ecosistema en el que se desenvuelven los ciudadanos.

Pero hay un argumento implícito sobre el que creo que no se está incidiendo lo suficiente. Es este: muchos de los ciudadanos que reclaman formatos de audio de calidad lo hacen por sustitución. Es decir, reclaman el audio como sustituto del texto. Crecen los productos de audio al mismo tiempo que se mantiene -o decrece, en algunos sectores, países y grupos de edad- el consumo de libros, de artículos, de reportajes escritos. Y hay una razón detrás de este proceso de sustitución del texto -y de la imagen- por el audio. Tiene que ver con la capacidad del audio de hacer compatible la escucha con casi cualquier otra actividad. De esta manera, el oyente puede incorporar a su rutina diaria el contenido de una conferencia, un reportaje en profundidad, un discurso inspirador, una nota de voz de Whatsapp o una interesante novela. De esta manera, el audio penetra en el ciclo de productividad del ciudadano, se incorpora a su diagrama de rendimiento. En el citado artículo de The Objective se hace referencia a la escucha activa o pasiva como elemento clave para la monetización del negocio.

El audio hace compatible la escucha con casi cualquier actividad. De esta manera, el audio penetra en el ciclo de productividad del ciudadanos, se incorpora a su diagrama de rendimiento.

Fue en 1997 cuando Giovani Sartori publicó ‘Homo Videns’, en el que explicaba cómo el video estaba transformando al homo sapiens. Su tesis era que «la televisión modifica radicalmente y emprobrece el aparato cognoscitivo del homo sapiens». Quizá solo haya habido algo que se haya desarrollado más rápidamente que ls tecnologías: la ansiedad del ciudadano por incorporarlas a su vida. Una vida en la que cada vez hay más hacer y menos ser, más actividad y menos descanso, donde absolutamente todo está determinado por el rendimiento: de la vida laboral al consumo de series, de la agenda social a la práctica deportiva.

En este contexto, ampliamente definido por autores como Byung-Chul Han o Fabrice Hadjadj, el audio es una pieza clave, de tal manera que su irrupción explosiva en los últimos meses puede acabar formando una especie de ‘homo audiens‘: el hombre que accede a la información, en sentido amplio, a través del audio, en un concepto que trasciende a la radio tradicional. Habría que analizar entonces qué atributos tendría este nuevo hombre oyente. Desde luego, no es este el lugar para desarrollar esta teoría en toda su extensión, pero sí parece importante apuntar algunos de estos rasgos sobre el ‘homo audiens’:

  • Es alguien que no tiene tiempo para leer. O al menos que nos quiere dedicarlo en exclusiva a esa actividad.
  • Es alguien a quien no satisface intelectualmente el consumo de televisión y video.
  • Es alguien que no quiere ver mermado su rendimiento personal y profesional mientras consume los contenidos de calidad que demanda.
  • Es alguien que al consumir audio destina a la escucha una atención variable que fluctúa dependiendo del grado de atención que le exige la actividad con la que compatibiliza la escucha.

Preguntas razonables: ¿Qué eco queda en el oyente? ¿Qué cantidad de información es capaz de procesar el ciudadano que compatibiliza, por ejemplo, una conferencia sobre el conflicto entre Rusia y Estados Unidos con la preparación de la comida? Son muchas las preguntas pertinentes que habrá que ir respondiendo a medida que vaya consolidándose este modelo. Muchas de ellas tendrán que ver con los propios contenidos. El ‘homo sapiens’ (y el ‘homo audiens’) es alguien que, en proporción de 7 a 10, recibe un mensaje que no es verdad. Se calcula que para 2022 la mitad de los mensajes recibidos por los ciudadanos serán falsos.

¿Es el audio un buen método para buscar la verdad? Es una pregunta que tiene sentido porque el audio, por su propia naturaleza, dificulta los procesos de verificación. Es uno de los asuntos a los que habrá que volver. Lo que, a día de hoy, es una certeza es el hecho de que el audio, universo del que la radio forma solo una pequeña parte, ha venido para quedarse. Un ‘homo audiens’ está naciendo ante nuestros ojos y oídos. De momento gatea, pero en muy poco tiempo echará a correr.

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