
Que el silencio es un elemento clave del lenguaje radiofónico es innegable. Los segundos que transcurrían entre el Pablo, Pablito, Pablete de José María García engancharon a una generación entera de oyentes a aquella radio de autor. El silencio genera expectación en el que escucha. Y aún así, se usa poco, quizá porque hace falta paciencia para soportarlo y de eso andamos escasos en nuestros días de timeline y noticia exprés. Por eso hay que alabar que Carlos Alsina no se rinda y siga intentando rescatar al silencio de su inmerecido ostracismo.
Pero, ¿qué es eso del silencio en la radio?, ¿cómo va a ser uno de los elementos del lenguaje radiofónico una cosa que no se escucha?, ¿no es la palabra la única herramienta de la que puede echar mano el periodista de radio para contar noticias? Ahora les cuento, lo es, en absoluto.
El silencio es la ausencia de sonido, pero no la ausencia de contenido. Pongamos un ejemplo. Imaginen a un periodista de radio que dice lo siguiente:
«El presidente del Gobierno ha anunciado una subida de impuestos. Es la primera vez que cumple la promesa electoral que realizó hace tres años».
Bien, ¿no?, frases cortas, voz activa… pero ¿tiene fuerza la idea? Comparen esta forma de contar la noticia con esta otra:
«El presidente del Gobierno bajará los impuestos tal y como prometió… (silencio de dos o tres segundos)… hace tres años».
La segunda posibilidad nos lleva a una radio enriquecida, en la que ese silencio se llena de contenido, de intención. Por favor, no confundir la radio con intención del sermón radiofónico, de la opinión burda; hacer radio con intención es como cocinar con alma. También uno puede comer en un McDonalds… pero estarán conmigo que no es lo mismo.
Alsina, el recuperador
Dicho lo cual, Alsina, que sabe todo esto porque él fabrica programas de radio con la finura del artesano, utiliza los silencios a diario. Habrá quien prefiera la potencia de la SER a las 8 de la mañana, con Pepa Bueno de directora de una orquesta afinada desde hace muchos años al ritmo de un estilo anglosajón y poderoso; eso es materia de otro debate y, por tanto, de otra entrada. Pero si elegimos a Alsina sabemos que escucharemos una radio con intención y en la que las palabras se acompañan de hermosos silencios llenos de posibilidades.
Nuestra generación fue la que eligió la película en vez del libro; la de nuestros hijos se queda con el tráiler y la siguiente puede que se satisfaga con el tuit.
Este martes, 22 de enero, sin ir más lejos, en su monólogo de las 8 reparte silencios significativos, dándole color a las palabras, demostrando lo que de él acaba de decir Guillermo Fesser en una entrevista en El Confidencial: «En la radio el formato es muy importante, es importante si hay silencios, si hay música y qué música hay de fondo, cómo se cuentan las cosas…»
Hay un debate muy interesante en círculos académicos sobre si es posible -y deseable- introducir elementos de creatividad en el mensaje radiofónico informativo. ¿Se pueden usar efectos para comentar una noticia, como hace Alsina, o estamos importando elementos de la ficción y desacreditando nuestro mensaje? Interesante pregunta a la que me obligo a contestar otro día. Mientras tanto, si están interesados en este asunto, les recomiendo este libro de Silvia Jiménez.
El silencio de Alsina pesa, como pesaba el de García, aunque aquel tirara de pasión y este de ironía; se trata de un silencio que traspasa la frontera entre el que hace radio y el que la escucha, casi como si el periodista te cogiera de la solapa y te dijera «aguanta, tío, espera con paciencia que ahora te resuelvo el enigma».
Decía antes que nuestro tiempo está dominado por la prisa. Las cosas valen si son nuevas. Nuestra generación fue la que eligió la película en vez del libro; la de nuestros hijos se queda con el tráiler y la siguiente puede que se satisfaga con el tuit. Y en medio de la prisa de la mañana, que es la reina madre de las prisas, sale un señor y pone un silencio en medio del prime time radiofónico. Y funciona. Puede que Alsina no sea una estrella, propiamente dicha, pero es un tipo que piensa en radio, que respeta el medio y lo trabaja para hacerlo más profesional, más fiable, más elaborado.