El podcast político tiene futuro

Si el periodista cree que contar noticias es suficiente, como si el sacrosanto ejercicio de la profesión no debiese nunca adaptarse a nuevas coyunturas, cometerá un grave error. ¿Por qué no hacer una apuesta diferente por la Información en el formato podcast?

Lo esencial de un informativo radiofónico es la noticia. Se lo repito constantemente a mis alumnos en la Universidad, pero, ahora que me bajo de la tarima, debo reconocer que la afirmación no es exacta. Por supuesto que la noticia debe ser siempre el corazón de cualquier formato radiofónico, la última de las herramientas para ayudar al ciudadano a ser una persona más informada, y, por tanto, más libre; sin embargo, si el periodista cree que contar noticias es suficiente, como si el sacrosanto ejercicio de la profesión no debiese nunca adaptarse a nuevas coyunturas, cometerá un grave error.

Si prueban ustedes a escuchar los informativos de mediodía de las grandes emisoras de radio descubrirán que nada ha cambiado en su estructura en los últimos lustros. Con la excepción de la Cadena COPE, que esta temporada ha decidido poner a dos presentadores (Pilar Cisneros y Antonio Herraiz, periodistas de largo recorrido que salvan con mucha dignidad las limitaciones del modelo) al frente de un programa con mejores intenciones que resultados, diga lo que diga el EGM, todas las emisoras mantienen el mismo formato.

José Antonio Marcos lleva haciendo el mismo Hora 14 muchos años. Es un formato de éxito, lo avala la respuesta de la audiencia. El ciudadano bien informado encuentra en ese informativo una respuesta ágil y sobria a sus necesidades. Eso sí, el oyente incauto, el que no está encima de cada detalle de la actualidad, se sigue perdiendo frente a un informativo de autor en el que no se presentan los cortes y en el que absolutamente todo (claridad informativa incluida) está al servicio del ritmo.

En Onda Cero, mientras tanto, Elena Gijón se ha hecho con el mando. La histórica periodista que secundó a Alsina y a Colmenarejo en Noticias Mediodía ha logrado una de las cosas más complicadas del panorama radiofónico español, que es ascender desde la propia redacción hasta el estrellato del programa propio. Sin embargo, el informativo de Onda Cero de hoy se parece demasiado al de hace 15 años: una portada demasiado larga precedida de un editorial demasiado escaso y un exceso de publicidad en el segundo tramo que dificulta la escucha incluso al más voluntarioso de los oyentes.

Por último, el gran dinosaurio de la radio informativa española, el Diario de las 2 que hoy conduce Fernando Martín, lo que antes fue el Diario Hablado y antes aún el Parte. El informativo de la cadena pública no se ha movido un milímetro desde hace muchos años. Es el noticiario más limpio, cierto, quizá el que jerarquiza la información con criterios más universales, también, pero no parece suficiente. Al Diario de las 2 le falta flexibilidad, agilidad, y no da la sensación de que los actuales gestores del ente público estén por la labor de arriesgarse a cambiar una propuesta a la que se aferran con fuerza un buen número de trabajadores, representantes sindicales, y, además, todo tipo de jefes de prensa.

El caso es que, al otro lado del muro del clásico informativo radiofónico, Internet aparece como un faro luminoso. ¿Por qué no hacer una apuesta diferente por la información en el formato podcast? Los amigos de Politibot ya están publicando un programa novedoso en el terreno del análisis, pero, ¿por qué no avanzar en la creación de contenidos específicos que, asumiendo los límites de la atemporalidad, puedan, en un principio, aportar valor añadido al de la emisión tradicional? Sería el primer paso para la necesaria e inevitable traslación al podcasting del periodismo radiofónico informativo. Ese es un camino que, aunque lejano, habrá que empezar a transitar. Y, como siempre ocurre, el primero que se atreva a hacerlo partirá con mucha ventaja.

Anuncio publicitario

Compramos tu coche, compramos tu coche, compramos tu cochera

Las centrales de medios, que actúan como intermediarias ante las tres grandes cadenas de radio convencional, actúan de un modo muy conservador. Primero, porque no tiene sentido que el EGM siga siendo casi el único modo de evaluar el comportamiento de las audiencias. Y, segundo, porque parece evidente que los nuevos formatos ofrecen vías de explotación publicitaria cada vez más interesantes.

Hay mejores anuncios en la tele, en Internet o en la prensa de papel que en la radio. La misma campaña publicitaria que destila creatividad y eficacia en televisión, resulta ser aburrida y repetitiva en la radio. Hay quien cree que la culpa es del medio, que no permite difundir mensajes publicitarios de calidad; pero no es cierto. El problema reside en el desconocimiento de lo que la radio puede aportar al mensaje. Palabra, silencio, música y efectos, cuatro elementos clave que, bien combinados, pueden lanzar un producto al estrellato. Hay ejemplos de buenos anuncios radiofónicos, pero, en general, seamos claros, la publicidad en la radio suele ser, cuanto menos, aburrida.

Aún así, la radio sigue siendo el tercer medio en inversión publicitaria, por detrás de la televisión y la prensa. De hecho, según el informe i2P que elabora Arce Media y que se ha publicado recientemente, las cadenas de radio ganaron un 2,9% más en 2017 respecto al año anterior. En total, los ingresos por publicidad ascendieron a 412,7 millones de euros. Eso sí, de ese montante, solo 11,4 millones fueron para la radio digital.

Las centrales de medios, que actúan como intermediarias ante las tres grandes cadenas de radio convencional, actúan de un modo muy conservador. Primero, porque no tiene sentido que el EGM siga siendo casi el único modo de evaluar el comportamiento de las audiencias. Y, segundo, porque parece evidente que los nuevos formatos ofrecen vías de explotación publicitaria cada vez más interesantes. Es verdad que un anuncio a las 8 de la mañana en COPE o SER mantiene unas dosis de impacto elevadas, pero, igual que cada vez con más frecuencia los anunciantes exploran nuevas formas de colaboración con los soportes audiovisuales alternativos, ¿por qué el sector no apoya las extraordinarias propuestas que el podcasting está ofreciendo a los nuevos oyentes de radio?

Esos nuevos soportes, además, ofrecen más posibilidades para la creatividad publicitaria. Son más ágiles y permiten una mayor flexibilidad a la hora de programar campañas.

El problema, en todo caso, sigue en la falta de confianza en el medio. Gomaespuma ya demostró que la radio es un soporte fantástico para la inversión. Pero fueron una excepción. Seguimos haciendo y escuchando anuncios sosos, en los que solo hay palabras, en los que se repiten mensajes con la horrible intención de raptar la inteligencia y la libertad del oyente, en los que, a menudo, se transmite información con nula ambición.

Seguro que alguna vez han encendido la radio y han pensado que estaban locos al escuchar a un señor repetir con descaro: «Compramos tu coche, compramos tu coche, compramos tu coche…» Alguien debió decirle al creativo de turno que en la radio hay que repetir mensajes clave porque el oyente no tiene ocasión de volver atrás. Y ahí que al creativo se le encendió la luz y dijo: «pues repitamos las tres palabras clave y listo» Mis alumnos se mofan de la empresa en cuestión. El efecto conseguido es el contrario.

¿No habrá nadie en el mundo publicitario con el suficicente amor y respeto hacia la radio que se dedique a hacer anuncios especializados? Os estamos esperando.

Recomendaciones Podcasting

Hoy os presento dos recomendaciones de cosas buenas que se están haciendo en el maravilloso mundo del podcast: 5w y Dopamínate.

A ver si de vez en cuando voy contando por aquí las cosas maravillosas que voy descubriendo haciendo podcasting, que es el zapping radiofónico contemporáneo. Hoy, un par de raciones.

  • 5w, periodismo con mayúsculas

Hace tiempo que descubrí 5w, la publicación que con más amor y respeto cuenta las cosas que suceden fuera de nuestro país. Periodismo de trinchera, pero no solo. En la revista se informa de conflictos olvidados y, ciertamente, es terríblemente agradable descubrir historias que no están en la agenda oficial. Detrás de la empresa están periodistas de largo recorrido y su esfuerzo por poner luz donde no la hay es encomiable. Bien, pues además de una revista llena de fotografías de enorme calidad y de eventos periódicos, 5w es también un podcast mensual en el que miembros del equipo de la publicación y personajes con opiniones autorizadas analizan realidades lejanas. Y lo hacen con rigor y sensibilidad, con una factura impecable en lo técnico y con una cuidada producción. No es radio de masas, pero tampoco es un producto inaccesible. Entre los podcast más interesantes de los últimos meses, esta singular mirada a Corea del Norte o el repaso a alguno de los conflictos olvidados por el gran público y el pequeño periodismo de nuestras rutinas.

 

  • La educación y la música, cuestión de Dopamina

Aquí reconozco que no soy muy objetivo. Pero lo intento y, más allá de la amistad que me une desde hace casi diez años con María José Acevedo, lo cierto es que su última locura radiofónica es todo un acierto. Si los nuevos soportes están hechos para la especialización, Dopamínate es una pieza que encaja como un guante. O, mejor dicho, es como la nota que faltaba a esta gran orquesta que es el universo del podcast. Dopamínate es una apuesta semanal por la educación musical. Junto al genial Antonio Domingo, que es profesor y músico, o al revés, Acevedo lleva al micrófono a personas que, de alguna manera, o bien transforman o bien han sido transformadas por el poder de la música. Es radio divulgativa, sí, pero parida por alguien que empezó a hacer radio como se hacía en la Onda Media, de esa que se escuchaba en la mesa camilla. La mezcla es infalible: radio artesanal servida a la carta. Que aproveche.

PD.- ¡Muchos éxitos amiga!

Foto Acevedo
Aquí la Acevedo y un servidor… en una vida pasada.

En el Día Mundial de la Radio

La radio de hoy debe servir, como siempre ha sido, a la sociedad de hoy. No hay campo para los nostálgicos. El futuro de la radio solo puede estar en la capacidad de adaptar su inmediatez a una sociedad que también es inmediata.

Llega otro Día Mundial de la Radio, que se celebra el 13 de febrero desde hace cinco años. La fecha recuerda que tal día como hoy de 1946 se creó la radio de las Naciones Unidas. Así que, mejor día no lo hay, vamos a echar un vistazo a la situación actual de la radio en España. Si les parece, desde la natural subjetividad de quien escoge el ángulo, la luz y aprieta el botón, les hago la foto del estado de la radio en nuestro país.

Es necesario modernizar el sistema de medición de audiencias

Según el último Estudio General de Medios (EGM), el 60% de los españoles escucha la radio todos los días. Además, del total de oyentes de radio (unos 27 millones de personas de lunes a domingo), cerca de 12 millones escuchan alguna cadena de radio generalista. AIMC, la asociación que realiza el EGM, asegura que, en sus estimaciones, tienen en cuenta el oyente de radio a la carta. Sin embargo, el modo en que se realiza el estudio (unas 30.000 encuestas repartidas en tres oleadas) no permite dar demasiada credibilidad a las cifras que aportan.

Más de 380.000 oyentes utilizan el podcast para acceder a los contenidos radiofónicos, según AIMC. Y aseguran que «los oyentes que escuchan la radio a través de Internet en un día promedio (L-V) son 1.775.000, de los cuales 1.440.000 lo hace en directo/streaming y 384.000 en diferido/podcast». Pero, ¿cómo puede ser creíble que un entrevistado diga que el día anterior escuchó en una franja horaria un programa que se emitió en directo a otra hora? ¿Alguien puede creerse que Internet represente solo un 7,5% de los oyentes de radio, como afirma el EGM?

Desde luego, la radio debe revisar el modo en que mide su audiencia. Es una constante la crítica al EGM. Hubo quien, como José Antonio Abellán, bordeó la ley para denunciar sus irregularidades. Sin embargo, al final son las propias emisoras las que financian AIMC y ninguna de ellas quiere ser la primera en sacar la pata del tiesto. El siglo nos trae diariamente nuevos avances tecnológicos. Los oyentes escuchan cada vez con más frecuencia contenidos radiofónicos al margen de las grandes cadenas, a través de plataformas como Ivoox, SoundCloud, Itunes o Podium Podcast. Incluso empresas paralelas al mundo de la radio adecúan sus formatos para ofrecer servicios de podcast (muy meritorios los intentos de SpainMedia y de publicaciones como 5W); así las cosas, las cadenas tradicionales deben ser las que se atrevan a salir del círculo cerrado del EGM y abrir puertas y ventanas a este tiempo nuevo. Sobre todo porque es un viaje sin retorno.

La radio tradicional sigue siendo creíble

Dicho lo cuál, ¿cuál es el estado actual de la radio convencional, la de toda la vida? Sería difícil hacer una valoración en conjunto de cada una de las cuatro grandes cadenas. Aún así, admitiendo lo complicado del reto, sí podríamos empezar diciendo que la radio española sigue siendo un medio creíble para el conjunto de la sociedad. Es decir, que pese a los avances tecnológicos y la aparición de programas televisivos de información política que amenazaban con destronar a la radio, esta ha sido capaz de sobrevivir. Es cierto que laSexta ha llevado la política a muchos oídos jóvenes, pero, sin embargo, la televisión aún no ha conseguido equilibrar el engranaje espectáculo-credibilidad. La radio, en eso, lleva muchos años de ventaja. Eso sí, el medio debe seguir apostando, en mi opinión, por ser más estricto en el tratamiento de la información.

La radio espectáculo no funciona en España, es algo que forma parte de la tradición anglosajona y creo que tratar de adaptar ese paradigma a la radio española, como está intentando hacer la Cadena COPE esta temporada con su informativo de mediodía, es un error importante. Además, la radio sobrevivirá a los tiempos de la posverdad si es capaz de aportar voces especializadas y adaptar los elementos del lenguaje radiofónico. Esto último está siendo clave, por ejemplo, para entender el lento pero evidente éxito del programa de Alsina. Sus oyentes son mucho más jóvenes que los de otras emisoras y esto, aunque en el corto plazo del EGM de turno no acabe de dar sus frutos, es una apuesta segura.

¿Qué pasa con las estrellas?

Pues que no volverán. Antonio Herrero, Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo… hay quien se pregunta por qué no surgen nuevas estrellas. No pueden surgir porque la sociedad no demanda ese tipo de radio personal, anárquica, ideologizada. Nos queda Carlos Herrera y pare usted de contar. Al otro lado de su inminente jubilación hay otro tipo de oyentes y a ellos habrá que hacer la nueva radio.

La radio de hoy, así las cosas, goza de buena salud. Pero está en un proceso de cambio que se inició el 2 de mayo de 1998. Ese día falleció Antonio Herrero en un accidente mientras practicaba submarinismo. Él fue El primero de la mañana. Su triste y repentino fallecimiento supuso el principio del fin de la radio de las estrellas, cuyas últimas luces se apagan en nuestros días. Ahora bien, fue la aparición de Internet, es decir, su consolidación como medio democrático de acceso a la información lo que aceleró ese proceso. De una radio de las estrellas a una radio estratégica. ¿Cuáles son los momentos clave de esa transición? La muerte de Antonio Herrero, como se ha dicho, pero también la salida de COPE a Onda Cero de José María García y su frustrado intento de consolidar una plataforma periodística que compitiera con Prisa, la nueva batalla mediática entre COPE y SER tras el 11M, la incapacidad de la radio de entender el 15M, la salida de Jiménez Losantos de COPE, la retirada de Luis del Olmo, el despido de Iñaki Gabilondo de la SER: la radio se dirige a un modelo en el que los profesionales tienen menos peso que la marca de la emisora y en el que se cuidan mucho más los elementos del lenguaje radiofónico. La radio de hoy debe servir, como siempre ha sido, a la sociedad de hoy. No hay campo para los nostálgicos. El futuro de la radio solo puede estar en la capacidad de adaptar su inmediatez a una sociedad que también es inmediata.

Artículo publicado originalmente en Mirada 21

La necesaria modernización de la radio pública

A RNE le costó entrar en el juego de la libre competencia informativa. Y, en cierto modo, esas carencias se mantienen a día de hoy. No sería justo decir que no ha habido evolución en el sonido de la radio pública, pero sí que no lo ha hecho al ritmo de sus competidores. 

El post de hoy me da vértigo, lo reconozco en la primera línea. Entre 2011 y 2015 tuve el honor de dirigir una cadena de radio de titularidad pública, Radio Castilla-La Mancha. Y fue un honor, ciertamente, a pesar de lo complejo de la tarea y de las dificultades añadidas por las circunstancias políticas del momento. Pero eso es otro cantar. Si parto de esta experiencia personal es para explicar que, además de lo que uno ve y analiza como teórico de la radio, tengo experiencia en el asunto del que voy a hablar, que es del difícil hermanamiento de estas dos palabras: radio y pública.

En España la radio pública es Radio Nacional de España. Lo es desde su fundación en 1937, cuando el Estado asumió su control tras fusionar varias de las EAJ (E por España y AJ para identificar el código de las estaciones de telegrafía sin hilos) que se habían ido creando desde finales de 1924. Aquella radio tenía el monopolio de la información, todas las cadenas debían conectar con RNE para emitir lo que primero se llamó El Parte y, posteriormente, el Diario Hablado. Si a alguien le interesa mucho esta parte de la historia de la radio que me lo haga saber y preparo una entrada, que, la verdad, daría mucho juego. Pero avancemos hasta 1977, año en que se celebraron las primeras elecciones democráticas y en el que se levantó esa obligatoriedad de conectar con RNE a la hora del informativo. Desde ese momento, la SER, la COPE y el resto de emisoras pudieron informar libremente a sus oyentes. Y empezaron a crear contenidos novedosos, a trabajar creativamente los elementos del lenguaje radiofónico, a incorporar nuevas voces, etc.

A RNE le costó entrar en ese juego de competencia informativa. Y, en cierto modo, esas carencias se mantienen a día de hoy. No sería justo decir que no ha habido evolución en el sonido de la radio pública, pero sí que no lo ha hecho al ritmo de sus competidores.

«El oyente del año 2018 necesita que el sonido de la radio se parezca a él y no a sus abuelos».

No hace mucho me contaba alguien con peso y mando en RNE que cambiar la sintonía de informativos es una tarea casi imposible. Prueben a sintonizar la emisora a las 8h, a las 14h y a las 20h de cualquier día y descubrirán, a poco que afinen el oído, que la sintonía que suena es exactamente la misma. Se supone que es la música que identifica la información en RNE, la que transmite credibilidad y que, modificarla, supondría alterar uno de los sellos de identidad de la cadena. Sin embargo, tales argumentos son extemporáneos: el oyente del año 2018 necesita que el sonido de la radio se parezca a él y no a sus abuelos. Cambiar de sintonía, introducir elementos de creatividad en el discurso informativo, agilizar los procesos, modernizar los enfoques; y todo eso, tanto los aspectos formales como los de fondo, se puede hacer sin alterar la credibilidad del mensaje. Es más, se verá reforzado.

El problema de fondo, es verdad, es lo complejo que es el proceso de toma de decisiones en una empresa de comunicación de titularidad pública. No entraré hoy a debatir la cuestión esencial de si son necesarios o no este tipo de medios, pero sí que parece evidente la necesidad de flexibilizar los procesos, tanto a nivel administrativo como en el tratamiento mismo de la información. Sino, la radio pública correrá el riesgo de solidificarse.